Octubre

La castaña aún no podía quitarse el abrigo de púas que la ha protegido todo el año. La bellota no acertaba a sacarse la boina escamada que la suspendía en el vacío. Las alas de las hojas aún eran pequeñas para sostener su corto vuelo.

Será tiempo de que vengan días húmedos preñados de colores atenuados, de pardos y marrones, de verdes oscuros y claros, de recuerdos y emociones.

No sé por qué presiento que este otoño viene para quedarse. Quedarse en mis ventanas, en mis arrugas…..quedarse aunque solo sea, en mi corazón.

Soren

Prefiero

Soy más de mi habitación

de cristales húmedos por fuera

de silencio y papel

de amor.

No puedo con las concentraciones

con el seguidismo borreguero

con llegadas conocidas

predecibles

No cambio la gloria por un amanecer otoñal

por el vuelo erratico del aguila

por el viaje de una hoja

por un segundo tuyo

No podré cumplir todos mis sueños

no haré el mundo de nuevo

alquilaré el que tengo

un día me basta.

Mi corazón va más lento cada dia

como si le pesaran los amores

late de un lado a otro

como ebrio.

No me gusta subir a la calle concurrida

sumergirme en el fragor de los roces

en la abulia de los ineptos

en la conformidad

Prefiero oír mi latido cada despertar

y saludar y pedirte la hora

sabiendo que no hay tiempo

entre tu y yo.

Quiero esperar a la ultima amante

en lo alto del cerro de la felicidad

desnudo de todo lo que te he dado

vacío y tranquilo.

No quiero mirar hacia delante

me basta con lo que tengo

con lo mas querido

con lo tuyo.

No quiero las teclas o pantallas

ni redes, soportes, ni peces.

ni intangibles palabras

ni amores frios.

Quiero el abrigo de las hojas de tus brazos

los pinchazos de tus senos

las arrugas de tus labios, el aire

de tus pestañas.

Soy más de Dylan que de Tchaikovski

sus letras me caben en los bolsillos

pero soy mas del sonido

del viento que de Dylan.

No me gusta lo ya ocurrido, lo real

sino lo que pudiera haber sido

me gusta la fantasía, lo irreal

mas que la verdad.

Odio los oropeles del brillo y su reflejo

aborrezco el oro, la plata y lo falso

no quiero gente de cartón

ni dias que no mueran.

Así esperaré a la muerte en mi estacion

y los días seguirán amaneciendo

en mis ventanas, en mis rincones

en mi recuerdo sin mi.

Soren

Amores que no fueron

A todos ellos, sin duda.

A ellos,
que a veces nos miran desde el pasado,
semiocultos en el dobladillo del recuerdo.
Instantes perdidos de lluvia cruzando una calle,
una mirada percibida distinta entre la gente,
un pequeño roce de un abrigo al bajar del autobús.


Una mirada pintada de deseo, mientras te pierdes
esquiva entre la gente, para siempre.
Nunca sabréis que os amé por unos segundos irrepetibles.
Pequeños amores cotidianos, distintos
que no salvan un cuerpo, pero sí el espíritu.


Nunca me arrebatasteis el corazón,
nunca me hicisteis sufrir.
Sois lo que pudo ser y no fueron,
os guardo a todos en los agujeros de mis bolsillos.
Y seguís ahí retando al olvido,
puros, inmaculados, con la misma pasión fugaz, estéril,
que un día tuvisteis y que se quedó sin estrenar.


Una carrera precipitada bajo la tormenta. Compartir un paraguas.
Un “buenos días” automático y cortés,
un “perdone señora, usted primero”,
con estas frases os vestíais, para no desnudaros jamás.


No, no quiero amores al uso.
Que duelen, arañan y pinchan los corazones
como las barbas de tres días, pinchan a los niños.
Te roban la paz y te suben el azúcar.
Te aceleran el corazón y te persiguen toda la vida.


Prefiero amores anodinos,
sencillos, sin casi pasión.
Sin carne, sin besos. Amores de mascarilla,
faltos de rímel, que no manchan los labios.


Al fin y al cabo, no pido tanto,
lo que pediría cualquier muerto no enterrado.

Soren

Poema ganador del 8º Premio Nacional del poesía «Miguel Baón» en la categoría Local.

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Encontré este poema que hice a Sara, mi hija, hace mucho, mucho tiempo….

23-4-2001

A mi hija… cuando dejó de ser mi hijita.

No se que día perdí la tijera

que te pudiera descoser de mi piel.

No supe esconderte el mundo

para que te durmieras un tiempo.

No pude atar los días que tu

te empeñas en ignorar.

Se te perderán los mejores días, los mejores años,

se te caerán del bolsillo por los agujeros de la cabeza.

Sí, yo también tengo roto el corazón

y quisiera que me lo pegaras, como si de cristal fuera.

Solo pretendo que te mires al espejo

y puedas mantener tu mirada.

En tu camino hacia la selva

tendrás que descubrir las ortigas que se disfrazan

de rosas sin espinas.

Si alguna vez te pierdes en la espesura

no hará falta que me llames demasiado fuerte

estaré detrás de ti.

Pero ya no importa,

la burbuja tiene demasiadas grietas.

Aunque siempre recordaré la Alegría

que Dios me regaló un catorce de septiembre

con un llanto de niña en la habitación de un hospital,

desde entonces eres la luz que me envuelve

sin poderlo, quererlo, evitar.

Tus lágrimas no te pertenecen

son mis ojos que lloran por los tuyos.

Perdoname…por ser tu padre.

Soren

Gustav Klimt y sus mujeres

Durante este otoño, y siguiendo la tradición, se está exponiendo por las calles de Villacañas una exposición de obras del autor austriaco Gustav Klimt. Es una serie de carteles grandes que muestran diversas obras del autor, en las cuales se representan a mujeres.

La actividad combina además de la pintura, la literatura. Cada cuadro va acompañado de un poema creado «ad hoc», por diferentes poetas. Este año la fundación Ormeña, -que lo realiza-, ha tenido a bien invitarme a elaborar un poema de una obra que me propusieron, por supuesto que acepté. El cuadro asignado fue «Retrato de Fritza Riedler», y mi composición es esta que inserto mas abajo.

Friederika «Fritza» Langer nació en 1860 en una destacada familia de Berlín. Se casó con el ingeniero Alois Riedler, diez años mayor que ella, profesor de la Universidad de Berlín y de la de Viena y reconocido internacionalmente como diseñador de ingeniería mecánica. Vivieron alternativamente en Berlín y Viena, donde formaban parte de la alta sociedad. El matrimonio no tuvo hijos. Fritza murió en 1927, Alois en 1936, ambos en Viena.

Cuando Fritza le encargó a Klimt que pintara su retrato en 1904, todavía se le consideraba el retratista más destacado de Viena, a pesar de las recientes críticas al aspecto crudamente erótico de las pinturas de la Facultad y de su Friso de Beethoven .

Con este bagaje, me dispuse a componer un poema para Friederika:

Fritza, madura, sensual, atractiva, posa sobre un sillón. La contemplé durante mucho tiempo para intentar meterme en su vida. Al entrar en la escena del cuadro me atrajeron sus manos, unas manos lánguidas, semi muertas pero impresionantes. También su cara me atrajo, esa mirada apasionada…..todo ello me llevó a imaginar, a fantasear, que Gustav y Friederika mantuvieron una tórrida relación durante el tiempo en que se pintó el cuadro, y que terminó con él. Todos los martes, cuando ella iba a posar, su vida sufría una convulsión de vida y de placer.

Mi poema esta escrito el martes que se termina el cuadro y Fritza ya no volverá al estudio, no volverá a ver a Gustav. Cuando Fritza sale del estudio, casualmente llueve en Viena.

LA LLUVIA EN VIENA

Fritza está aprendiendo a morirse.

Empezó el martes a las nueve.

Llovía cuando dejó el estudio,

cuando dejó la luz de las ventanas de sus ojos.

Dejó allí, en la silla, entre pinceles,

la triste mirada que perseguía sus huecos.

A partir de ahora

los martes serán, deseo sin temperatura,

erotismo sin carne, tacto sin dedos. 

Recorrerá en su soledad el camino

del sudor y la saliva de tantas tardes.

Ya no será más, donde roza su mirada.

Fritza se está muriendo a fuerza de tener vida,

libre en su jaula de deseo,

en la abundancia de una vida seca y fría.

Diluvia en Viena.

No esquiva los charcos. No se refugia.

Los muertos no temen las humedades.

Llueve en su corazón mientras vuelve a casa.

Su vida se ha trasplantado al lienzo,

se ha quedado en el color, en los trazos.

Y vivirá para siempre en las pupilas de los otros.

Mientras, su cuerpo, su vida, se perderá cada martes

entre las gotas de lluvia de la melancolía.

Fritza ya se está muriendo por Gustav

Y ha empezado por las manos.

Diario final

MARTES

…Aquí estoy.

Casi no estoy. Un cristal, humo, niebla mi figura.

Lábil mi fuerza, nuestra fuerza, nuestra vida.

Tú, acero, roca, mirada sin iris ni pupila. Inalcanzable.

No tengo maleta, no necesito equipaje. Ni siquiera mi cuerpo

me quiero llevar, ni el aire, ni el peso de los días.

Contemplar como reptan por mis piernas las arrugas,

las cenizas de los años, los placeres caducados. Hirientes.

Hasta cuando cargaré conmigo.

Otro día.

MIERCOLES

Aún estoy.

Permanezco, pero poco; cada día menos.

La saliva no trae nuevos sabores. Mis ojos reniegan de la mirada

y se retiran al frio.

Hacia el hangar donde descarrilan trenes repletos de planes,

donde se confunden ambrosías y hojarascas,

espinas e incisión,

lágrimas y agua.

Saber que todo fue inútil desde el principio.

Comerte tus esperanzas y volver a casa, fría y vacía.

Han nacido silencios sin haberlos sembrado. Aparecen fantasmas

que todavía no han muerto.

No, yo ya no quiero ser carne, no quiero dar otro paso,

no quiero que esto continue, con hastío, hasta el abismo.

Solo pido un poco de fuerza para llamarla y que venga,

Que todo se acabe.

Llamarla.

JUEVES

Y después.

Se borrará mi estela. Todo el calor será baldío.

Las ventanas seguirán mirando al exterior,

buscándome entre la gente con sus cuadrados ojos.

Me llamará el olvido y todo, todo, será desvelado.

La quietud.

La calma de la roca después de su caída.

El sosiego final que completa el llanto.

El silencio del cosmos profundo quiero.

Deseando mi boleto. Vendrá, si la llamo,

vendrá con un ramo de flores negras sin pétalos.

VIERNES

(silencio)

Diario día 26 de Úbeda

No, ya no queda nada. Creí que el correlato del tiempo, de la historia, era cuando menos un poso, algo asíble. Ni siquiera valioso o bello, o al menos recordable. Perded toda esperanza. Poco a poco se irán desdibujando, primero las cosas, luego los hechos. Paulatinamente dejarás de reconocerte en el espejo. Extrañarás tu casa, tu mundo. Los hijos se convertirán en gente corriente, en desconocidos. El amor, la alegria buscaran refugio en algún lugar perdido de tu cabeza, serán imaginaciones que tú crees que realmente sucedieron.

Un día te encuentras viviendo el mundo de otros. Un mundo que no te pertenece, que no te conoce, y lo peor: que le molestas. Tu estructura mental, tu lógica, se ha convertido en un artificio propio para seguir respirando, igual que hacen los locos.

Entonces que te queda? Solo el miedo, la desesperación y el olvido. Atravesar la puerta del almacén de la historia, donde han ido descarrilando todos los trenes. Buscar una manta y echarse a dormir para que nadie note que estas llorando.

Soren

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Diario de mañana 17

Son las 6 de la mañana. Ha sido una noche en blanco otra vez. Pero ahora por la ventana revolotean la luz de las farolas jugando con las gotas de lluvia en el cristal.

Hoy es miércoles, un miércoles de otoño que no se atreverá a ser distinto : poco a poco se extenderá el día y el ajetreo reinará entre las calles y las prisas. Otra vez el desayuno, el trabajo, y la noria que vuelve a subir y bajar.

Mientras se aclara el día y entra por mi ventana, pienso -mientras me pongo mis pantalones grises- ¿cuando dejé de sentir?¿cuando me bajé de la vida? Cuando me convertí en una simple biela rota que sube y baja sin parar, sin nada que mover.?

Ya no pasará ningún tren más, la estación esta vacía y el banco en el que espero esta frio y me pide que me marche. ¿Quién vendrá a rescatarme? Quién me tomará de la mano? Quién aliviara este hastío?

-Yo, yo lo haré con gusto….

– Si? quien eres tu….

– La más bella entre todas, la que nunca falta a sus citas. La que tanto os quiere que permanecerá contigo toda la eternidad…Me llaman la Parca.

Soren.

En el jardín de Arturo

Después de las clases, cuando llego a casa, suelo salir al jardín a descansar. Me siento en una silla de jardín con un vaso de agua y descanso mirando el cielo, que a veces, es azul.

El pasado miércoles comencé a pensar en un cuento que tenia que contar a la clase de 2º A. No encontraba ninguna idea que fuera buena para construir un cuento bonito, como ellos se merecen.

Iba caminando. Despacio. Levantando un pie detrás de otro, y de pronto cuando iba a posar mi pie derecho sobre la hierba escuche una voz, que aparecía con tono bajo pero decidido:

  • Eh tú, ¿Qué vas a hacer? Paraaaaa.que me aplastaaaaaas, Gansoooooo.

En ese momento comencé a girar la cabeza, a un lado y a otro, intentando averiguar cual era la fuente de ese sonido, apena perceptible. Volvió a sonar.

  • Quietoooo, no poses el pie en la hierba que me aplastas. Tonto del haba.

Mantuve mi pie en alto, y sin posarle miré debajo de la planta del mocasín negro.

Allí estaba. Un pequeño escarabajo que me miraba con cara de muy pocos amigos.

Me agaché y le cogí con dos dedos y lo acerqué a mis gafas para poder verlo bien.

  • Hum… ¿Quién eres tú? Le dije.
  • Soy Arturo dijo bajando sus antenas, en signo de tranquilidad.
  • ¿Y cómo es que puedes hablar? Nunca he oído a ningún escarabajo que hable.
  • ¡Ni yo a ningún humano que como hierba y viva en un agujero en el jardín, no te fastidia! Todos los escarabajos hablamos, lo que pasa es que nunca nos preguntáis y nosotros tenemos muy poco que decir. Tan solo cuando vemos amenazada nuestra vida o nuestras crías abrimos el pico.
  • Pues yo alguna vez he pisado alguno y no ha dicho ni pio.
  • En nuestra especie la mutación que nos deja mudos es muy común, seguro que el “pisado” era mudo.
  • Hum, puede ser….
  • De todas formas, ten un poco de más cuidado de ahora en adelante.

Yo no daba crédito a lo que estaba sucediendo: allí, ¡en la palma de mi mano tenía un animal negro, duro y desagradable que estaba respondiendo a mis preguntas! ¿estaría soñando? Era tan inverosímil que pensé que se trataba de una broma, un artefacto de estos digitales que hablan solos, similares a los drones, o algo parecido.

Para cerciorarme aun más, le formule otra pregunta:

  • Oye escarabajo……-y sin dejarme terminar me dijo-
  • Arturo, por favor, Arturo boñiguez. Que tengo nombre.
  • ¡Oh perdona! Me excusé. ¿Dónde ibas?
  • Pues tengo algo de prisa porque voy a ver a alguien.
  • ¿A quién?
  • A una mariposa.
  • Ahhhh dije, ¿las mariposas también hablan?
  • Pues sí, y no es mariposa …sino mariposo. Se llama Wilson.

Yo no cabía en mi asombro: Las mariposas que tanto me gustan y que tienen tantos colores: ¡también hablan! Y además hay mariposas y mariposos. En el momento de pensar esto último, fui consciente de que era lógico, ¿no? Pero nunca lo había pensado.

Volví al ataque.

-Y que le ha pasado a tu amigo Wilson?

– Buf, dijo Arturo, menudo problema tiene, el pobre.

– Cuenta, ¡cuenta!, le dije curioso.

Al decir esto último me percaté de lo ilógico de la situación: Yo, Miguel Angel, profesor en un instituto de secundaria, estaba arrodillado en el césped, con un escarabajo en la mano, ¡QUE HABLA!  Y va a ver a un amigo mariposo.era desquiciante. Por un momento pensé que estaba soñando y tuve, por la intención de arrojar al bicho por encima de la verja del jardín hasta la calle. Volver adentro y abrirme una cerveza fresca.

Pero la curiosidad era muy grande y me empujaba a saber ¿Qué narices le había pasado a Wilson?

  • ¡Pues …verás! El mes pasado le invitamos a una fiesta con motivo de la llegada de la primavera…ya sabes. Iban a ir todos, las orugas, las avispas con su estrecha cintura, las mariquitas, el saltamontes con sus largas piernas.
  • Patas…dije yo.
  • Para mí son piernas…replico Arturo.
  • Bueno, es igual…sigue.
  • No podían faltar las libélulas con sus grandes alas. Nos servían las copas las hormigas, que siempre están prestas. La música la traían las cigarras, acompañadas por los grillos. A los únicos que no invitamos fue a los mosquitos …que son unos “aprovechaos”, unos “chupasangres”. Para picar, les pedimos algo de miel y jalea. Faltaba la bebida, y la conseguimos de las uvas, para eso estamos en la Mancha.
  • ¡No me digas! ¿Sí? Y donde fue eso….
  • En la charca del parque, cerca del agua.

Esto, cada vez se ponía mas interesante. Una fiesta insectívora. Me imaginaba los escarabajos flirteando con las cucarachas y dejándose querer por las melosas lombrices de tierra.

-Y que le pasó a Wilson? Sigue, sigue.

– Pues que va a pasar? Lo de siempre. Que no sabe beber.

¡Entonces no pude sujetar la risotada que salió de mi boca…una mariposa borracha! ¿Que me faltaba por ver? Me lo estaba pasando genial.

  • No te rías, -me espetó- que es muy serio.
  • Aguantándome como pude, le pedí perdón y seguí a la escucha.
  • Es muy serio porque debido al alcohol, mi amigo Wilson salió a la calle haciendo “eses”, tropezó y fue a dar contra una farola de hierro que quebró sus alas. Al poco tiempo empezaron a ponerse negras. Se le desprendían trozos como la pintura seca de un cubo. Deba pena ver esas dos alas tan coloridas, ahora negras y quebradizas.

Acostamos a Wilson en su rama y cuando al día siguiente descubrió la catástrofe de su espalda, comenzó a llorar y llorar. Nosotros no podíamos calmarle. NO dejaba de lamentarse por haber abusado de la bebida. Aunque no paraba de asegurar que jamás lo haría, ya era demasiado tarde.

Yo, ya no me reía. La situación del mariposo era muy delicada. Si una mariposa pierde sus alas, pierde su esencia. Lo mas esencial de una mariposa son sus alas, sus colores, tanto que apenas nos fijamos en lo verdaderamente importante, en su cuerpo.

Cuando dibujamos una mariposa trazamos dos grandes alas, como dos inmensos ojos que nos mira, pero al cuerpo apenas le dedicamos unos trazos.

– ¿Y qué pasó después con Wilson? Cuéntame más, Arturo.

-Pues lo llevamos al panal de las abejas para intentar curarle con la jalea real y con la cera. Le aplicamos los remedios que nos indico la abeja reina, pero sabíamos que todo era inútil. Las alas eran un bien muy precioso y si se pierden, lo hacen para siempre.

-Pobre Wilson, repliqué. Me imagino como estará.

-No lo creo. ¿has perdido tu alguna vez las alas?

Iba a responder que muy a menudo pierdo mis alas, pero supuse que el escarabajo no entendería el doble sentido de mis palabras. Le explique que me hacia el cargo de la decepción que sentiría al perder algo tan importante, pues yo también, a veces he perdido cosas importantes, le expliqué.

  • Estaría muy triste y decaído, ¿no?
  • Al principio sí, pero luego reaccionó. Y reaccionó muy bien. Wilson es un mariposo muy atrevido.
  • ¿Sí? ¿Que hizo?
  • Pues comenzó a entrenar sus seis patas. Fue a hacer running y a practicar con sentadillas. Se compró una biciposa.
  • ¿Una qué? Dije yo.
  • Una biciposa, lo que llamáis vosotros bicicleta, pero para mariposas. Hizo algo de pilates y yoga también….
  • ¿Yoga? .no me lo puedo creer…Pilates? me estas tomando el pelo.
  • Que no, que se apuntó al gimnasio de mi primo el escarabajo ciervo volante, ¿lo conoces? El que tiene dos cuernos como los de un ciervo en la cabeza.
  • Si, si lo conozco, que puede levantar 850 veces su propio peso…
  • Ese, ese es mi primo. Esta “mazao”. Pues Wilson se puso en forma. Tanto se puso, que el entrenador del equipo de olimpiadas se ha fijado en el para competir contra el ciempiés y la escolopendra.
  • ¿Qué tenéis también olimpiadas?
  • Si, también, pero ya te lo contaré otro día, que perdemos el hilo de lo de Wilson.

Wilson se fue olvidando del incidente de las alas y comenzó a buscar trabajo.

     -¿Cómo “buscar trabajo”? Que trabajáis los insectos?

-Pues claro y mucho, que sería de vosotros si no trabajáramos los insectos. ¿Has oído lo de la polinización de las flores? ¿Has oído de las luchas contra las plagas? Etcétera….

– Si claro, eso sí. Yo me refería a trabajo “remunerado” como los humanos.

-Los humanos lo hacéis todo por dinero, asi os va…

– y… ¿encontró trabajo tu amigo?

-Claro, muy rápido. Cuando iba a las entrevistas y veían ese cuerpo musculado y veloz, rápidamente lo querían contratar.

– ¿Y dónde trabaja?

– en la empresa “ABEZON”, que es una empresa de venta on line de todo tipo de productos para insectos. Él es el transportista…claro con esa velocidad, hace las entregas en menos de veinticuatro horas.

Yo tenia los ojos que se me salían de las órbitas. Un mariposo repartidor de “ABEZON” (cuando lo cuente en el “insti” no me van a creer…

-Pero lo mejor fue hace dos días.

-Cuenta, cuenta por favor. Estoy en ascuas….

-Pues que, al llegar del trabajo, sintió como un dolorcillo en la espalda. Se tomo un “dulciprofeno” a ver si se le pasaba y se durmió.  A la mañana siguiente, al mirare al espejo vio dos enormes alas nuevas de color amarillo y rojo. Eran nuevas flamantes y fuertes como el acero.

– ¡No me digas! ¿De verdad?

– ¡Como te lo digo! Y ahora no solo es el mejor mariposo, el mas elegante y el mas atractivo, todas las libélulas se le rifan, es también el mas fuerte, que ni los abejorros se le acercan.

– Que suerte ha tenido, ¿no?

-De suerte nada, Wilson nunca ha tirado la toalla, nunca se ha dejado vencer por el desaliento. Y aunque un error le hizo recomenzar de nuevo, el ha conseguido sobreponerse con alas o sin alas. Wilson es un ejemplo a seguir. Las alas son sólo un complemento, pero lo que realmente te hace volar, amigo humano, es LA MENTE.

De un salto bajó de mi mano y le vi perderse entre unas piedras resecas. ¿Desde lejos creí oír un “Hasta pronto” …o quizás me lo he imaginado?

Soren

La Boda

Ya nadie la oprimía. Nadie la gritaba; pero todavía resonaban los ecos de las voces rebotando en las estructuras, que ya no son visibles pero que aún la seguían empujando.

Era un logro soportar los días que se despeñaban, arrastrando semanas, que al caer hacían temblar los meses. Era un triunfo encontrar el aire que cupiera en la nariz para poder respirar, para poder mirar, para poder amar.

La figura mas visible de su angustia era el pasado y éste una batalla a ganar, un privilegio que debía conquistar, un tabú que debía ser gritado. Su pasado parecía pertenecerle a otra persona, a otra muy distinta de ella misma. En el espejo, su imagen la miraba a diario con reproches,

Su feminismo empezaba en un silencio atronador que no quiere violencias. Debía desempolvar su soledad y meter en la bolsa de basura su dependencia.

Sí, se casaría. Pronto. Su novio sería la libertad y su luna de miel un viaje eterno, vital, de seguridad en sí misma.

La vieron salir un día, de madrugada, calle abajo: sin maleta, sin ruido y sin pasado. Tan solo la miraron desde su ventana las margaritas, que siempre fueron muy curiosas.

Soren