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Diario final

MARTES

…Aquí estoy.

Casi no estoy. Un cristal, humo, niebla mi figura.

Lábil mi fuerza, nuestra fuerza, nuestra vida.

Tú, acero, roca, mirada sin iris ni pupila. Inalcanzable.

No tengo maleta, no necesito equipaje. Ni siquiera mi cuerpo

me quiero llevar, ni el aire, ni el peso de los días.

Contemplar como reptan por mis piernas las arrugas,

las cenizas de los años, los placeres caducados. Hirientes.

Hasta cuando cargaré conmigo.

Otro día.

MIERCOLES

Aún estoy.

Permanezco, pero poco; cada día menos.

La saliva no trae nuevos sabores. Mis ojos reniegan de la mirada

y se retiran al frio.

Hacia el hangar donde descarrilan trenes repletos de planes,

donde se confunden ambrosías y hojarascas,

espinas e incisión,

lágrimas y agua.

Saber que todo fue inútil desde el principio.

Comerte tus esperanzas y volver a casa, fría y vacía.

Han nacido silencios sin haberlos sembrado. Aparecen fantasmas

que todavía no han muerto.

No, yo ya no quiero ser carne, no quiero dar otro paso,

no quiero que esto continue, con hastío, hasta el abismo.

Solo pido un poco de fuerza para llamarla y que venga,

Que todo se acabe.

Llamarla.

JUEVES

Y después.

Se borrará mi estela. Todo el calor será baldío.

Las ventanas seguirán mirando al exterior,

buscándome entre la gente con sus cuadrados ojos.

Me llamará el olvido y todo, todo, será desvelado.

La quietud.

La calma de la roca después de su caída.

El sosiego final que completa el llanto.

El silencio del cosmos profundo quiero.

Deseando mi boleto. Vendrá, si la llamo,

vendrá con un ramo de flores negras sin pétalos.

VIERNES

(silencio)

Diario de mañana 17

Son las 6 de la mañana. Ha sido una noche en blanco otra vez. Pero ahora por la ventana revolotean la luz de las farolas jugando con las gotas de lluvia en el cristal.

Hoy es miércoles, un miércoles de otoño que no se atreverá a ser distinto : poco a poco se extenderá el día y el ajetreo reinará entre las calles y las prisas. Otra vez el desayuno, el trabajo, y la noria que vuelve a subir y bajar.

Mientras se aclara el día y entra por mi ventana, pienso -mientras me pongo mis pantalones grises- ¿cuando dejé de sentir?¿cuando me bajé de la vida? Cuando me convertí en una simple biela rota que sube y baja sin parar, sin nada que mover.?

Ya no pasará ningún tren más, la estación esta vacía y el banco en el que espero esta frio y me pide que me marche. ¿Quién vendrá a rescatarme? Quién me tomará de la mano? Quién aliviara este hastío?

-Yo, yo lo haré con gusto….

– Si? quien eres tu….

– La más bella entre todas, la que nunca falta a sus citas. La que tanto os quiere que permanecerá contigo toda la eternidad…Me llaman la Parca.

Soren.