El tren llegó silencioso, flotando en el aire. Las puertas se apartaron; entró con dificultad -ya son 67-. Ocupó el asiento 12.
Al fondo, agarrada a los traqueteos la vio. Aún se le aceleraba el corazón.
Se aproximó su estación. El vagón los derramó en el andén y sus manos se encontraron:
– ¿Que tal hoy, amor?
– Muy bien, como siempre, lo he vuelto a sentir cuando me mirabas.
No podían olvidar la tormenta en el corazón de aquel lejano día, cuando se conocieron; hace tanto. Y para nunca olvidarlo se condenaron a viajar siempre separados.
Soren
(Microrrelato ganador del premio “Mayor indiferencia del jurado” en el concurso de Cercanias de Renfe.)
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