A grandes zancadas sobre las olas y batiendo los brazos, consumía las mañanas del tardío verano. Había sufrido grandes ataques de agujetas en los hombros debido al movimiento ornítico. Desde hace tiempo había despechado cualquier tipo de carne y aumentó paulatinamente la ingesta de gramíneas y cereales.
¿Verdad que tengo la nariz mas afilada? –me preguntaba a menudo. La vida en pareja estaba resultando insoportable con sus manías. Esa tontuna de cambiarse el nombre por el de “Juan Salvador”.
Cada vez hacíamos menos el amor, y yo no soportaba que mis amigas, en el café, me dijeran que mi marido “tenía mucha pluma”.
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Bravo por el humor. Pero mejor por el neologismo. La lengua es un ser vivo. Soren, académico ya.
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….mal me quieres que me das academico…..como castigo.
Soren
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